sábado, 21 de abril de 2012


¿EFICACIA UNIVERSITARIA? AVANCES TEÓRICOS DE UN MODELO. PRIMERA PARTE
La eficacia educativa ha sido tema de investigación para dar respuesta a una pregunta central a diferentes auditorios: ¿por qué unas escuelas tiene  mejores resultados académicos que otras? Desde el famoso estudio de Coleman, et al (1960) Equality of Educational Opportunity en la cual concluía que la escuela “…tenía poco o ningún efecto…” sobre los resultados académicos de los estudiantes y que tan solo el 10% de la varianza del rendimiento se debía a los efectos escolares (Reynolds, D., y otros, 2001; Murillo, 2005) los investigadores educativos han cuestionado estos resultados y el impacto que ha tenido en las políticas públicas educativas en los gobiernos.

Los países desarrollados hicieron sus propias experiencias y estudios hasta elaborar propuestas teóricas que mejorarían los resultados académicos de los estudiantes. Estas propuestas teóricas que estaban diseñadas para escuelas de primaria y secundaria tienen el común denominador, a partir de los modelos de 1990, de establecer cuatro escenarios o niveles: el contexto, la institución, el aula y el alumno de donde se podían explicar los logros académicos de los estudiantes. ¿Explican, también, estos cuatro niveles generales la eficacia en la E-S[1]?
Las IES[2]- cumplen funciones sustantivas a su naturaleza: docencia, investigación y extensión. Tales funciones no se generan de manera aislada en el aula de clase, ni en la institución. Operan dentro de contextos diversos, para dar respuesta a necesidades y requerimientos de la sociedad, la industria, la economía, la política y la cultura. Es decir, la docencia, la investigación y la extensión deben dar resultados. Por lo anterior, se busca responder, desde el desarrollo teórico vigente, una cuestión principal:

¿Cuáles son los factores  que delinean un modelo de eficacia universitaria?
II. DENIFICIÓN DE EFICACIA EDUCATIVA

Stoll & Fink (1996) se refieren a la eficacia como aquella que “promueve de forma duradera el progreso de todos los alumnos más allá de lo esperado teniendo en cuenta su rendimiento inicial y su situación de entrada, y asegura que cada uno de ellos adquiere los  niveles más altos posibles y mejora todos los aspectos del rendimiento y del desarrollo del alumnado”. Esta definición determina tres situaciones importantes: primero que en la eficacia escolar TODOS los alumnos logran metas más allá de lo propuesto.
Segundo, que los alumnos “alcanzan los niveles más altos posibles, teniendo en cuenta su situación de entrada”. Se reconoce en esta definición que es necesario conocer el “estado inicial” o los “conocimientos previos” para poder determinar la distancia que separa estos de lo aprendido.

 Tercero, es una definición que va más allá de lo meramente cognitivo al afirmar que la eficacia busca “mejorar todos los aspectos de rendimiento y del desarrollo del alumnado”, valga decir, lo que hoy llamamos “educación integral”.
Al contrario, Scheerens (2000) enfoca la eficacia hacia las “salidas o resultados”, medidos a partir de los promedios de los alumnos al final de un periodo escolar. Considera que al comparar los resultados de las escuelas es posible determinar el “valor añadido” que ellas aportan. Esta definición ayuda a sustentar las posiciones de los gobiernos, que se apropian de variables como: el gasto por alumno frente a resultados en pruebas nacionales o internacionales ó el valor de los insumos escolares frente a los logros de los alumnos. Indudablemente, que la percepción de la eficacia desde el lado económico ha contribuido, negativamente, en la inversión en el sector, esperando que sea el sistema quien genere buenos resultados para mejorar los presupuestos escolares, cuando debe ser todo lo contrario.
Bollen (2001), definen la eficacia como aquello “que hacen las escuelas para que los alumnos aprendan”, esta percepción de la eficacia tiene que ver con los procesos internos y los resultados de esos procesos en la escuela; es decir, Bollen considera que los resultados son efectos de los procesos en el aula y en la institución, no dice nada acerca de las condiciones del alumno a su ingreso al sistema. Algunos autores, (Da Silva, 2002; Chiavenato, 2004, citados en Thompson, 2008), la definen como “una medida del logro de resultados, y en tanto que otros (koontz & Weihrich, 2004; Andrade, 2005., en Thompson, 2008)   la definen como “el cumplimiento de objetivos previstos”. El mismo Thompson, hace su propia definición de eficacia indicando que es “hacer lo necesario para alcanzar a lograr los objetivos deseados o propuestos”

 Murillo (2005) plantea que la eficacia escolar “es aquella que consigue un desarrollo integral de todos y cada uno de sus alumnos mayor de lo que sería esperable teniendo en cuenta su rendimiento previo y la situación social, económica y cultural de las familias”. Murillo rescata lo mejor de las tres definiciones anteriores e incluye conceptos como  “desarrollo integral”, “rendimiento previo” y la situación socio-económica de las familias.

Desde el punto de vista de la definición de Eficacia, aceptamos que ella tiene que ver con la congruencia o correspondencia entre los objetivos propuestos y los resultados alcanzados. Los últimos tienen que ser el reflejo de lo que nos proponemos lograr. La distancia entre lo alcanzado y lo planeado refleja el grado de eficacia o ineficacia de la institución.
Par cumplir con nuestro objetivo construimos una definición de eficacia universitaria, en proceso de comprobación y debate, que nos permitió caminar por el sendero de la incertidumbre, tal dice así:

“La eficacia universitaria es la capacidad que tienen las IES para transformar, propiciar el cambio y el progreso de la sociedad a través del conocimiento y la investigación para la solución de los problemas y necesidades que requiere la región o el País”



[1] Instituciones de Educación Superior



[2] Educación Superior